martes, 7 de junio de 2016

ALBERT SERRA: "MI CINE ES COMO LOS ELECTRODOMÉSTICOS DE ANTES: LIFE TIME GUARANTEE"

HA GANADO EL PREMIO JEAN VIGO


'La muerte de Louis XIV', de Albert Serra, un film que retrata la agonía de un Rey Sol encarnado por el mítico Jean-Pierre Léaud, fue la película más aclamada por la crítica en el pasado Festival de Cannes y acaba de obtener el prestigioso Premio Jean Vigo. El iconoclasta cineasta de Banyoles nos cuenta sus impresiones.
Philipp Engel 
Albert Serra y Jean-Pierre Léaud.
Albert Serra y Jean-Pierre Léaud. 
¿Qué significa para ti ganar el Premio Jean Vigo?
Bueno, es un premio histórico, muy prestigioso, que se da desde 1951. No tiene dotación económica, aunque el prestigio es importante para la película, porque le da un cierto empuje. Pero para mí, personalmente, no significa gran cosa. Tampoco me lo merezco, no he sido muy buena persona. Para hacer el bien, he tenido que matar a muchos...
Vaya.
Hablo simbólicamente, claro. Me refiero a que soy el primer español que gana este premio, y muy probablemente seré el último. Y no porque el premio se vaya dejar de dar, sino porque, como sabes, los cineastas españoles son muy malos.
Está claro que Jean-Pierre Léaud ha sido fundamental, tanto para la película, como para Cannes, como para este premio. ¿No crees?
Sí, claro, aunque para mí lo importante es que me cae muy bien. Es muy simpático, muy agradable, muy auténtico, muy serio y, sobre todo, muy íntegro. La integridad es una palabra que no está nada de moda, pero a él se le puede aplicar al 100 %.
'La muerte de Louis XIV' se presentó fuera de concurso. ¿Te compensa este premio el no haber competido por esa Palma de Oro que podrías haber ganado?
No, la gente está muy obsesionada con esto. A mí me da igual no haber competido, yo todo lo que hago lo hago por la película en sí misma, y siempre pienso a largo plazo. No quiero decir que piense en hacer carrera y, evidentemente, cuando trabajo estoy siempre muy concentrado en el proyecto que tengo entre manos, pero las películas las pienso en función del efecto que tendrán a largo plazo. Léaud también es así, por eso sintonizamos tanto. Espiritualmente hablando, no es lo mismo pagar seis euros por mi película que por cualquier otra. La mía se te quedará dentro y reverberará en tu interior para siempre. Hasta el día en que te mueras.
Es cierto que si algo define a España y a los españoles es la mentalidad cortoplacista.
Sí, sólo piensan en el ahora, y para mí las películas tienen que ser un producto duradero. Es como el traje del domingo de antes, o los electrodomésticos de antaño, que se hacían para que duraran toda la vida. Mi abuela tiene un ventilador que tiene 52 años, y todavía funciona. Mi cine también es así, como los electrodomésticos de antes: Life Time Guarantee.
¿Y no piensas, ni por un momento, en el efecto que la película tendrá sobre el público de hoy?
No, cuando estoy montando la película lo hago a mi aire. De hecho, no creía que la crítica en Cannes fuese a reaccionar tan bien. A casi todo el mundo le gustó más de la cuenta. Pensaba que la encontrarían más dura y pesada. Así que tampoco soy tan inteligente como pensaba. Algo se ha trastocado dentro de mí, o puede que sea la gente la que ha cambiado.
Hombre, ya llevas unas cuantas películas. Igual empiezan a conocerte mejor.
¿Tú crees? Pensaba que Al Quaeda había envenenado las aguas, que se había equivocado de fórmula y que, en vez de matar a la gente, los había vuelto más inteligentes.
Tampoco nos hagamos demasiadas ilusiones. Y por cierto, ¿te dio tiempo a ver alguna película en Cannes?
Muy pocas, porque estuve muy ocupado. Vi, por ejemplo, 'Personal Shopper', de Olivier Assayas. Tenía ganas de verla porque es buen director, y me gusta mucho la actriz (Kristen Stewart) desde que la vi en 'Adventureland' (Greg Mottola, 2009), que es buenísima. Pero esta me decepcionó mucho. Es una historia de fantasmas, y a mí eso no me entra.
Eso es porque le tienes manía al cine fantástico.
Sí, porque empiezas por aquí y vete tú a saber cómo acabas, viendo 'El Hobbit' o 'El Señor de los Anillos'. Y entonces ya puedes ir directamente a que te ingresen en el psiquiátrico. Mi abuela vio un episodio de 'Juego de Tronos', y se quedó muy asustada. Me dijo: 'Hay animales que hablan'.
Bueno, eso ya pasaba en todas las películas Disney.
Sí, puede que sea una cuestión de infantilismo. Son infantiles los que miran este tipo de cine. Aunque el de Podemos dice que 'Juego de Tronos' es una gran lección de política...
También dice que Buñuel está pasado de moda.
¿Ah, sí? Y que Fernando León de Aranoa es un grandísimo director. Él mismo ya se desacredita a sí mismo. No hay que hacerle caso.
Hablando de poder, ¿cuando podremos ver 'La Mort de Louis XIV?
En noviembre seguramente la pasaremos en la Filmoteca de Catalunya.

miércoles, 1 de junio de 2016

La Mort de Louis XIV: Iconoclastia histórica



La Mort de Louis XIV: Iconoclastia histórica
Jean-Pierre Léaud en La Mort de Louis XIV
En una suerte de diario de rodaje de La Mort de Louis XIV [+] que Vicenç Altaió publicó en un suplemento cultural catalán, el poeta y no-actor fetiche de Albert Serra manifestaba la falta de caos, anarquía y espontaneidad que han determinado las filmaciones de sus películas anteriores. Su cine, creado desde las entrañas, cuyas tomas están subordinadas al juego entre el caprichoso azar y el estado etílico de un reparto no profesional, es bien distinto al que hallamos en La Mort de Louis XIV, donde comparten escena actores que no actúan y no-actores que actúan. El sexto largometraje del director español, presentado en proyección especial en el 69° Festival de Cannes, es una joya irrepetible en su filmografía: una pieza de coleccionista que sortea toda analogía con sus trabajos precedentes porque, tras pasar por el laboratorio de la sala de montaje, Serra ha encontrado la armonía entre el refinamiento prudente de Capricci Films y el espíritu fiero e ingobernable de Andergraun Films.

En La Mort de Louis XIV el descaro, la rebeldía y el cinismo sobresalen como enel resto de su obra, pero, aquí, su presencia es más conceptual que metodológica. La nueva propuesta del autor de Història de la meva mort [+] resulta tan despiadada como parece: Serra nos obliga a asistir al ocaso del cuerpo del individuo más poderoso de la Francia del siglo XVII, encerrándonos en la estancia del enfermo durante todo el metraje. El film exhibe el fallecimiento de Luís XIV cual espectáculo voyeur para los miembros de la corte, quienes se limitan a observar, petrificados, haciendo de la tragedia un macabro divertimento. El monarca absolutista o máximo representante del poder y la opulencia terrenal –encarnado por un estelar Jean-Pierre Léaud– combate aquella batalla que ningún mortal ha vencido: la muerte.
Tras desmitificar ‘El Quijote’ en Honor de cavalleria [+], la Biblia en El cant dels ocells y el espíritu ilustrado del Siglo de las Luces con Giacomo Casanova en Història de la meva mort, su nueva víctima ha sido otra figura venerada, dispuesta a perder su aura frente a la cámara. Serra construye el retrato iconoclasta de este rey entre reyes a partir del tomo de las memorias de Saint Simon que detalla la muerte del Rey Sol –patética y fácilmente evitable– a causa de una negligencia médica. Pues, según narra el biógrafo, después de ser diagnosticado de gangrena en su pierna, el doctor Fagon (Patrick d’Assumçao) no quiso amputarle el miembro.
El cineasta especialista en acercarnos horizontes inabarcables con sus memorables planos abiertos, que resolvió el rodaje de interiores de Història de la meva mort con maestría, sitúa el réquiem de Luís XIV en un único espacio cerrado. Serra transforma la habitación que jamás abandonará el monarca en un cuadro de Rembrandt de dos horas, donde domina el claroscuro y una claustrofobia visual –o más bien, física–, poco explorada en su cine, a excepción de las asfixiantes escenas de su proyecto audiovisual La Singularitat en que la cámara mimetizaba la oscura maldad de los personajes al filmarlos con la mirada vampírica de éstos.

Director Albert Serra “avergonzado” de su éxito en Cannes






Casi a su pesar, una de las grandes sensaciones del Festival de Cannes ha sido la película La muerte de Luis XIV del catalán Albert Serra, a quien esa acogida le hace sentir “avergonzado”, pues a él le gusta el exceso de riesgo y eso puede suponer que no se ha arriesgado lo suficiente.
“No solo me preocupa (que le guste a la gente), sino que me siento avergonzado. Me gustan los riesgos y el exceso de riesgo suele salir mal, así que cuando sale bien quiere decir que igual no había el suficiente”, relata en una entrevista con Efe.
Fiel a su reputación de provocador nato y autor de una película que retrata la agonía en su cama del rey Sol, Serra confiesa que le gustaba más “cuando había guerra. Yo soy peligroso, pero me he vuelto inofensivo por lo que veo”.
Pese a todo, reconoce que prefiere que “a los críticos y a la gente que entiende” les guste su película, aunque siga hallando “algo de placer en la violencia de la lucha que se pierde”.
“Pensaba que la gente se escandalizaría un poco, porque es muy repetitiva al final, que si agua, que si gelatina, que si carne, que si otra vez agua… ¡Y resulta que esta vez no! Dicen que les encanta… ¿cómo podía saberlo yo?”, ironiza.
El autor de filmes como El cant dels ocells (2008) o Historia de la meva mort (2012) dio el protagonismo de su película al legendario actor francés Jean-Pierre Léaud, quien a través de gestos y sonidos evoca la agonía del monarca mientras sus cortesanos y médicos se agolpan a su alrededor.
EQUILIBRIO
Albert Serra asume que su filme se enfrentaba al riesgo de no ser demasiado respetuoso, por lo que trató de hallar un equilibrio entre la fidelidad a la historia, pero sin llevarla al extremo. “A mí lo que me interesa son las anécdotas, la verdad histórica me da igual. Lo divertido es lo que la imagen da como jugo”, insiste.